lunes, 19 de octubre de 2009

Fiesta de los Alemanes del Volga


Les cuento que el año pasado asistí al domingo de cierre de la fiesta de la comunidad de los Alemanes del Volga en el Museo de la Inmigración, en donde también estaba exponiendo obra.
Llegamos con Juan Carlos y Liliana al Museo de la Inmigración, antiguo hotel de los inmigrantes en la Avenida Antártida Argentina. La edificación toda está impregnada de vivencias e historias que subyugan. Hay fotos por doquier y la misma gigantesca estructura edilicia invita a sobrecogerse.

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La fachada necesita algunos arreglos, el interior está muy cuidado, cuesta creer que ha existido una Argentina en la que se invertía grandes sumas de dinero solamente para acoger GRATIS a los que venían de otros países a "hacer la América", renunciando dolorosamente a sus propias naciones.

Aún puede verse algún detalle romántico en la parte trasera, en medio del deterioro del tiempo.

Mi hermana, como lo saben bien, es una perfecta Oma, en esta foto está mirando a través de la más vieja pared conservada, con ventanas tipo ojo de buey apuntando al río.

En medio de la efervescencia de los preparativos, se va enfriando la cerveza totalmente artesanal, venida de la colonia Aldea María, Entre Ríos, la más antigua de las aldeas de alemanes del Volga, y habían tres tipos de cerveza para elegir: rubia, negra y rosada. El sabor es diferente, con cuerpo, bien casero.

Los toneles listos.

Los porrones que, por supuesto, no pude evitar comprarme uno de recuerdo...

La sorpresa ante los bordados de nuestras abuelas, los mismos bordados que yo misma hacía a los cinco años de edad... Y desde entonces nunca paré de bordar...

Mi hermana, embelesada, reencontrándose con detalles de tanta anécdota escuchada en la niñez de boca de nuestros padres.

Jorge, me impactó el parecido suyo con mi tío Rodolfo. Aunque la etnia se fue mezclando con los criollos y generando nuevos seres que siguen aunados en espíritu, aún se conservan muchos rasgos autóctonos entre aquellos que siguieron relacionándose entre sí.

Quesos! Un manjar...

El pirok, son como empanadas de masa casera que en vez de cebolla tienen repollo. Irresistibles.

El almuerzo volguense, chucrut con cerdo, salchicha ahumada (knackwurst), puré de papas y el tradicional bollo hervido, liviano como una espuma, ya recordaré el nombre. Por supuesto, la cerveza casera, en este caso la rubia.

Germán amenizando y todos lo acompañamos con coro y palmas.

Luego del almuerzo pasamos al salón para los espectáculos, lleno de detalles, como los moños...

... las orgullosas insignias...

... la niñez folklórica...

El público fue llenando la gran sala, había gente de todas las edades y muchos vinieron de muy lejos.

Esperando la hora de bailar.

Las autoridades de la Colectividad (y antes estuvieron sirviendo los platos, las bebidas, oficiaron de mozos muy prácticos, allí trabajan todos haciendo de todo).

Baile, baile! Luego bailó el público, hasta que el Museo fue apagando las luces, hora de irse...!

Rescaté este documento histórico, me pareció fascinante. El que se ve aquí es la escritura original wolgadeustche impresa del cuento "El ángel con zapatos"

Aquí, pasada a mano, la misma escritura.


Y ésta es la traducción:
El ángel con zapatos

1. Un cura le había encargado a un pintor una gran pintura para su iglesia.
2. Luego de una semana la pintura estaba lista, era magnífica.
3. El cura estaba encantado y la apreció mucho. Pero repentinamente dijo:
4. -¿Pero que ha hecho Ud.? El ángel tiene zapatos!
5. -Cierto.¿Y por qué no? respondió el pintor.
6. -¿Pues ha visto Ud. algún ángel con zapatos?. preguntó el cura.
7. -Y dígame, ¿Ha visto Ud. un ángel sin zapatos?

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