miércoles, 4 de mayo de 2011

Travesuras de los maestros: autorretratos escondidos.

Es sabido que a lo largo de la historia del arte, los mismos artistas han optado alguna vez, sino muchas, retratarse a sí mismos en cuadros y esculturas.

Pero ciertos artistas también se han divertido haciendo su autorretrato de manera furtiva, disimulados en sus obras, formando parte de la escena.

Famosa es la anécdota del gran escultor heleno Fidias quien, al tallar en mármol pentélico a la famosa Palas Atenea, en lugar del rostro de Zeus en su escudo puso el suyo propio, una travesura que, más que nada, era una manera de mofarse de las divinidades paganas de la época, en las que no creía. Fue sometido a un severo juicio por tal herejía y fue su gran amigo Pericles quien le salvó la vida con su conmovedor y vehemente alegato defensor.

He aquí una serie de retratos furtivos que forman parte de una escena ajena al autor, en la mayoría de los casos. Les he marcado con circulo, para que se vean al toque.

Diego de Velázquez, en "Las Meninas".

Jan Van Eyck, en "El matrimonio Arnolfini"

Rembrandt Van Rijn en "Escena familiar con Saskia"

Rafael Sanzio de Urbino en "La Escuela de Atenas"

Miguel Angel Buonarotti en "Piedad Bandini (o de Santa María del Fiore)"

Miguel Angel Buonarotti, en "El Juicio Final"

Edouard Manet en "Un bar en la Folies-Bergeres"

Francisco de Goya y Lucientes en "La familia de Carlos IV"

Miguel Angel Merissi, Caravaggio, en "David y Goliath"

Sandro Boticelli en "Adoración de los Magos"

El Greco en "Entierro del Conde Orgaz"

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